Translate

jueves, 3 de abril de 2014

Médicos y médicas; ¿estamos list@s para aceptar nuestra limitada implicación en la salud?

¿Necesitamos menos medicina en la atención primaria?



La asistencia sanitaria ha tenido poco éxito intentado abordar los factores sociales, ambientales y culturales que afectan la salud. Sin una acción concertada dirigida a estos factores, seguiremos sin alcanzar la promoción de la salud y prevención de la discapacidad- enfermedad.


Desde el informe Lalonde de 1974, se observó la poca implicación que los servicios sanitarios tienen sobre  el estatus global de salud. Ahora, desde varias perspectivas de análisis, se evidencia que los modelos clásicos de relación médico-paciente están en crisis. El aumento de la prevalencia de las enfermedades crónicas nos obliga a plantearnos si la clave de la solución de este problema de salud pública radica o no en los profesionales de salud con formación médica.







Frecuentemente, con menos de 10 minutos por consulta en los centros de atención primaria, los médicos y médicas tienen poco potencial de incidir sobre el problema de cronicidades. Además, los programas de las facultades de medicina y de especialidades médicas pocas veces incorporan una constante y fuerte formación en determinantes sociales de la salud, estrategias comunitarias o trabajos en grupos. Aún más, los problemas de salud con menos implicación biológica como padecimientos crónicas mentales, violencia de género, afecciones por estigma estructural, discriminación positiva, entre otros, siguen sin encontrar un nicho donde puedan ser abordados.

Algunos países han dado los primeros pasos para terminar con la super-medicalización de la salud; Canadá por ejemplo, ha notado que empoderar a profesionales de la salud del área de enfermería, salud mental, nutrición, rehabilitación, ergonomía, educadores y trabajadores sociales supone además de un ahorro del gasto en salud, una manera eficiente de integrar determinantes sociales de la salud.

Al inicio, el sugerir que la atención primaria enfocada a la promoción y prevención a la salud requiere menos medicina puede ocasionar un conflicto entre profesionales y algunos usuarios, sin embargo, no olvidemos que la medicalización no es mas que otra supuesta ”naturalidad”. La historia de la inclusión de la reproducción nos da un ejemplo de cómo la medicina fue incorporando nuevos pacientes a sus propósitos sin ofrecer un beneficio. Antes de Semmelweis (médico del siglo XIX que consiguió disminuir drásticamente la tasa de mortalidad en un 70 % por sepsis puerperal entre las mujeres que daban a luz en su hospital mediante la recomendación a los obstetras de que se lavaran las manos antes de atender los partos) cuando las mujeres eran ‘convencidas’ por sus respectivas parejas a dar a luz en centros hospitalarios, la mortalidad era superior a cuando eran atendidas por las matronas de su preferencia. ¿Por qué se insistió en el tema de los partos, al igual que en otros, forzar la asistencia médica si no mostraba una superioridad que los métodos tradiciones?.

Algunos retos de salud pueden ser: el exceso de utilización de benzodiacepinas en adolescentes y jóvenes adultos sin tener claro el problema de base, la elevada tasa de cesáreas, la constante o acelerada tendencia de suicidios, los padecimientos con mucha carga de dolor y estigma social. Necesitamos replantearnos si la solución a estos problemas se puede hacer desde un consultorio médico con pocos minutos de disponibilidad. Alternativas sugeridas incluyen la ‘des-medicalización’ de la salud; es decir, es tiempo de incorporar otras disciplinas y medios para alcanzar las metas.

Algunos esfuerzos se están realizando, como las casas de acogida de Murcia para personas con VIH-SIDA sin ningún tipo de red de apoyo y quiénes pasan muchos días en los hospitales tratando de estabilizarlas. Estas organizaciones dirigidas por educadores y trabajadores sociales han mostrado grandes beneficios para la inclusión social, la auto-gestión de la enfermedad, y a veces hasta una disminución de reingresos hospitalarios de un 80%. Sabiendo estos beneficios que aun con corto alcance, ¿por qué no nos planteamos incluir estas estrategias no medicalizadas cuando se habla de la gestión en enfermedades crónicas? 


Si la disciplina médica se propone continuar con los esfuerzos de salud en la atención primaria, es muy recomendable hacer cambios en los planes de estudio de pregrado y post-grado. Es necesario redefinir las competencias (pues la relación uno-uno va quedando corta, es tiempo de incursionar en el trabajo de grupos, de comunidad). Así mismo, aprender a trabajar con nuestros colegas de la salud, quiénes en muchos casos son la clave para lograr la eficiencia en la gestión de enfermedades crónicas, implicaría aceptar la limitada implicación en la salud de la medicina.

Eduardo Vaquero






1 comentario:

  1. Muy interesante el tema que abordas. Te envío enlace a un artículo reciente de JR Repullo sobre la Desinversión sanitaria en lo Inefectivo. Una reflexión sobre lo adecuado/inadecuado de seguir incorporando cualquier técnica o medicamento que nos pongan por delante.
    Juan Jose Mercader
    http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1134282X14000244

    ResponderEliminar